Daily Archives: 3 octubre, 2007

Pararrayos – Intimaciones.

miércoles 3 de octubre de 2007
Las estaciones de servicio con expendio de GNC han sido intimadas a la instalación de un Sistema de Protección contra Rayos, SPCR, comúnmente llamado pararrayos. La presente nota pretende poner un poco de claridad sobre algunos conceptos referidos a este tema.
Del mismo modo que cuando frotamos una regla de acrílico con un paño podemos observar que esta atrae pequeñas porciones de papel; observar que el rozamiento que un automóvil tiene sobre el aire al circular produce la acumulación de cargas eléctricas estáticas (recordemos las famosas colitas ruteras que en otro tiempo se utilizaron masivamente y que servían para descargar a tierra esas cargas acumuladas) y muchos otros ejemplos que podríamos citar de la vida cotidiana; la fricción entre las nubes que se desplazan y el aire también producen la acumulación de cargas eléctricas.
Estas cargas generan un campo eléctrico entre las nubes y la tierra y entre las mismas nubes. El aire que separa las nubes entre sí y a estas de la tierra se comporta como aislante eléctrico suficiente como para que esas cargas no se transformen en descargas en forma de corriente eléctrica. Fenómeno este descubierto por Benjamín Franklin quien, a mediados del siglo XVIII, demostró empíricamente la naturaleza eléctrica de los rayos.
Los días de tormenta, el aire se presenta saturado de humedad y por ende su capacidad aislante (rigidez dieléctrica) se ve disminuida. De este modo se facilita que las cargas eléctricas de las nubes puedan dar lugar al establecimiento de corrientes de descarga entre nubes y tierra y entre una nube y otra. Este fenómeno es conocido como caída de rayos y centellas.
Los efectos que puede causar la caída de un rayo son muchos y de variada gravedad dependiendo de la intensidad del mismo y del sitio que haya elegido el rayo para descargarse a tierra.
Como ya mencioné anteriormente, entre las nubes y la tierra se generará un potencial eléctrico el que mientras la capa de aire que los separa pueda resistir no ocurrirá ningún rayo. La capacidad aislante de ese aire estará dada por las propiedades del mismo (humedad, ionización) y por la distancia de separación entre las nubes y la tierra.
Cuando por alguna razón el potencial de tierra se eleva hasta una altura determinada por sobre el nivel del suelo, tal como sucede mediante una torre de una antena o de líneas eléctricas, un edificio, un árbol humedecido por la lluvia; etc.; la distancia hasta las nubes se acorta y consecuentemente la probabilidad de que un rayo se descargue sobre ese punto elevado aumenta considerablemente.
Puede observarse que cuando se instalan torres de antenas de comunicación, en el extremo superior se coloca una punta captora (pararrayos). En el campo, las torres de las líneas de transmisión de energía eléctrica son acompañados en su parte superior por un conductor denominado hilo de guarda que los protege de los rayos.
Este tipo de ejemplos han tendido a generar en el común de las personas la idea de que para instalar un pararrayos es necesario disponer de una torre elevada que lo sustente. Nada más alejado de la realidad.
La idea correcta es exactamente la contraria. Dada la necesidad de contar con una torre, entonces se la protege mediante un pararrayos.
Si alguien cree que instalando una torre para colocar un pararrayos estará protegido debemos decirle que por el contrario, la instalación innecesaria de una torre elevada atraerá rayos que no hubieran caído allí de no existir la torre.
Hago especial hincapié en este punto ya que tuve la oportunidad de ver proyectos de pararrayos para estaciones de servicio, elaborados por auténticos aventureros, que proponían instalar torres elevadas al solo efecto de colocar el pararrayos.
No puede dejarse en manos de cualquiera la concepción de este tipo de protecciones, es necesario recurrir a profesionales especializados en el tema.
Con la obligatoriedad de instalar un sistema de protección contra rayos en las estaciones de GNC fueron surgiendo reiterados interrogantes:

¿Es bueno tener un sistema de protección contra rayos (pararrayos) en las estaciones de servicio?

La respuesta es sí, siempre que esté proyectado y concebido correctamente.

Tener el sistema de protección, ¿anula el riesgo ante la caída de rayos?

No, lo que se logra con una correcta instalación, fundamentalmente con una buena equipotenciación y sistema de dispersión, es reducir al mínimo los efectos nocivos para las personas y las instalaciones.

¿Por qué es obligatorio instalar un sistema de protección contra rayos en las estaciones de GNC?

Porque la norma NAG 418, versión elaborada por Gas del estado en 1992 incluyó el siguiente ítem:

1 – 7 PARARRAYOS.

Se deberá prever dentro del predio de la estación de carga un sistema que evite las descargas eléctricas sobre estructuras metálicas que transportan o puedan ventear gas.

¿Esta exigencia es la conclusión a la que se arribó luego de un análisis científico?

De ninguna manera. La exigencia surge de la disciplinaria aplicación de lo escrito.

Entonces, ¿es perjudicial que una estación de servicio posea un sistema de protección de este tipo?

No, siempre que como ya dije, sea proyectado y concebido correctamente. El perjuicio es solo el gasto que representa.
Cuando a partir de la Resolución de ENARGAS 2629 se instrumentó el Plan de Adecuación de las estaciones de GNC, se incluyó como ítem 26 el rubro “pararrayos”.
Personalmente creo que este tipo de exigencias carentes del necesario análisis previo lleva a situaciones conflictivas y termina dilapidando esfuerzos humanos y materiales.
Esto no solo sucede con el tema pararrayos, ya sucedió antes con otros asuntos como por ejemplo el caprichoso vencimiento de las mangueras que antes se hacía cumplir anualmente sin sentido alguno.
Algunos creen que se puede exigir cualquier cosa. Lo importante ha pasado a ser lo que está escrito, el sentido común y el análisis técnico no tiene importancia. Lo que dice la norma o la interpretación que algún advenedizo con poder transitorio hace pasa a ser lo importante.
Particularmente me toca participar en muchos foros de discusión donde las personas con más experiencia y mayor capacitación gastan su tiempo en debatir cómo salvar exigencias absurdas que no conducen a nada productivo.
Considero que este tema debiera ser tratado con la seriedad que merece.

Ing. Jorge Battista